viernes, 4 de junio de 2010

El caso del... ¿cadáver?

20-5-2009

El caso del... ¿cadáver?
(Relato corto)

Hubo una época que no, pero lo cierto es que siempre he sido muy, muy nervioso. Además, creo que debido a ello tengo mejor oído de lo normal. Muchas veces oigo cosas que el resto no oye. ¡O creo oír! Escuchad.... mientras yo os cuento mi historia.

Me es difícil recordar con precisión quién me metió aquella idea en la cabeza, creo que fue un compañero de estudios pero es igual, una vez aceptada la tal idea como buena, no paré de darle vueltas y vueltas hasta que al fin me decidí. 
Yo me lo pasaba bien con mis quehaceres de cada día, tenía otras actividades que me llenaban buena parte del horario diario. Pero al fin y al cabo un poco más de actividad no me iría mal y quizás también me ayudó a decidirme el hecho de aprender algo más. 

Eres ya mayor para estas cosas, me decía algún “amigo”, pero... mayor para aprender no se es nunca. 

Sea como fuere y siguiendo con el consejo ya mencionado, me vi enrolado, bueno, la palabra correcta es matriculado, en una clase nocturna para adultos. Y escogí una clase de idiomas. Siempre me ha gustado hablar idiomas.

Al segundo año ya se habían formado los grupos clásicos con gente de más o menos afinidad y no sucedió nada particularmente destacable. 
Pues bien, todo empezó justo al inicio del tercer curso. Todo iba viento en popa y sabíamos decir y escribir cosas con cierta fluidez en el idioma escogido. Entonces sucedió lo que me alteró y cambió para mí la marcha normal del curso.

Yo creo que ocurrió aquel mismo día pero no me enteré en ese momento, quizás porque llegué un poco tarde, no obstante observé que había algo extraño en el desarrollo normal de la clase y además había gente nueva. Noté que el ambiente no era el de cada día, había algo raro en él. 
Vi a uno de los nuevos que hablaba con la chica que se sentaba justo en la fila delante de la mía y después ella le habló a otra, de las dos chicas que estaban a su lado. Eso aún atrajo más mi curiosidad. ¿Qué estaba pasando allí? Cada vez estaba más intrigado.

No os lo he dicho antes pero soy algo tímido y por eso no me atreví a interrumpir la clase para preguntar a la profesora ni tampoco a la chica de delante. Entre ella y las otras dos se notaba una actividad impropia del que escucha la lección y en cambio mantenían una animada conversación. 
Yo, todo lleno de intriga y atraído por la conversación de las chicas, me evadí también de las explicaciones de la profesora, y disimuladamente, me acerqué unos centímetros hacia ellas y con el oído agudizado. Entonces pude oír:
.............pues sí, es verdad que ha sucedido........ y por eso tuvieron que......... y dicen que han............cadáver en la ...... ; caramba!, no había manera de enterarse de nada en aquella situación. Entre la voz de la lectora de turno y el ruido de la clase de al lado y que las chicas hablaban quedamente, pues eso, que no me enteré de nada en concreto. 
Pero eso sí, con los fragmentos que había oído estaba en ascuas y muy intrigado. Quise acercarme un poco más.... pero de pronto oí mi nombre. Sí, contesté. Te toca leer y traducir el párrafo siguiente, me dijo la profesora. 
Adiós a mi oportunidad de mejorar la audición que me acercaría al misterio. En fin, pensé, ahora toca leer.
No atiné con la traducción porque no estaba por la labor, yo estaba recordando lo oído y muy especialmente la palabra más tétrica de todas: ... un cadáver. 
Con las risas de mis compañeros ante las muchas barbaridades que traducía me bajé de la nube y cambiando de escenario mental me centré en lo que estaba haciendo y, por lo tanto, me marchó de la mente el asunto tan misterioso.

 “Bien, como ejercicio para la semana próxima podéis leer y traducir la página 12.6“, dijo la profesora. Buen fin de semana. 
Las tres chicas se levantaron y, como si no hubiese pasado nada, salieron de la clase hablando entre ellas animadamente pero sin dar la sensación de estar intrigadas. En cambio yo..... Quizás oí mal, quizás era yo el que estaba intrigado sin motivo.

Me dirigí a la salida y me encontré en la puerta a tres señores que hablaban gesticulando. Oí la palabra policía. ¡Eh!, otra vez me asaltó la intriga y recordé el retazo de conversación que había oído. Ya volvía a pensar sobre ello pero entonces uno de mis compañeros me abordó y me dijo:
Si no te importa podíamos volver juntos hacia casa ya que somos vecinos de barrio. Sí, sí, vamos juntos. 
Yo quise sonsacar, del compañero de viaje accidental, alguna información y le pregunté a mi amigo si él había oído o notado algo raro en la clase. Me dijo que no. A partir de ese no tan rotundo hablamos de todo un poco y con la conversación sobre temas del día me olvidé del misterioso asunto.

La semana siguiente, con las actividades normales, me pasó casi sin darme cuenta, aunque en algún momento pensé en lo acaecido en la clase la semana anterior. 
Llegó el día que tocaba lección y me dirigí a la escuela. Coincidí en el trayecto con la chica de la fila delantera y en aquel momento me volvió a la cabeza toda la historia. Nos saludamos y tras las frases de rigor y de cortesía nos quedamos callados.

Ahora sí que podía preguntar sin inquietarme por interrumpir. Así que me lancé al abordaje. Dije: Oye, ¿te puedo hacer una pregunta? Pues claro me contestó ella. 
Bien, el otro día, en clase, noté un ambiente raro, diferente y en medio de vuestra conversación me pareció oír la palabra “cadáver”.
Ja!, ja!, se rió ella y entonces se dispuso a explicarme algo cuando de pronto se apagó la luz y se paró el transporte urbano que utilizábamos. Se oyó una voz por el altavoz:
“Señores pasajeros, nos hemos quedado sin fluido eléctrico. Espero que se solucione el problema en breves momentos. Gracias por su comprensión.”

Realmente, duró muy poco la interrupción y llegamos a tiempo a nuestra parada. En aquellos momentos ni uno ni otro pensó en reanudar la conversación anterior. Los últimos minutos los pasamos comentando la avería del transporte. Entramos en clase y cada uno saludó a su compañero de fila y... conversación nueva. 

La profesora empezó la clase con estas palabras:
“¿Os habéis enterado de lo sucedido la semana pasada?” Por fin me iba a enterar de todo y de una vez me quedaría tranquilo.
Prosiguió la profesora:
“Pues hubo un......” Interrumpió un ordenanza pidiendo a la profesora que saliese un momento..... 

  

( 1r premio de redacción de St Jordi)

(Escuela Pere Calders. Abril de 2009)